miércoles, 1 de abril de 2009

¿Peluda o Pelúa?

Esta aclaración viene disparada por un par de correctos e-mails de lectores ocasionales, que me cuestionan el empleo vulgar de un término alusivo a la abundancia de pelos.

Mi selección de "pelúa" como calificativo de la mítica Rana, data de mi experiencia vital cubana, donde ni una "querida", ni una "Guaricandilla" (Definición de aquella a la que, por celos y desprecio, llaman genéricamente como "La Otra") pueden ser categorizadas, en castellano impoluto, de "peludas".

Por demás, el cubano coloquial, sub-lenguaje potótico que tantos tratan divertidos de imitar sin los mínimos resultados, por antonomasia descarta la letra "d" en el caso de esas terminaciones silábicas, como "pelú-a", "bollú-a", "papayú-a", etc., casi todas enmarcadas dentro del contexto de morfología sexual que suele modelar el argot callejero cubano.

Si tuviera que mencionar a la rana como "Pelu-da", ni siquiera hubiera iniciado este Blog, porque carece de sentido descontextualizar el vocablo de su significado original, "cuando la rana críe pelos", es decir, que algo nunca va a pasar.

Lo "pelúo", para el cubano insular, es algo complicado, un embrollo, algo desordenado e inabarcable, aunque en femenino, solo sea una alusión a la imagen amenazadora de "la otra", la pelúa al acecho de los maridos ajenos, que debe ser nombrada incorporando un juicio de valor, porque aunque sea un monumento de mujer, para el desprecio y los celos de la despojada, es la fealdad y suciedad encarnada. La alusión es directa al peinado, de hecho una cabellera femenina desordenada es signo de desaseo, de ahi que a veces aluda al vello genital (le enseñó la pelúa), y "pelandruja" venga a ser como la máxima destilación de lo despectivo femenino, del mismo modo que en otras partes de latinoamérica deviene el personaje en "pelangocha" , aunque se dice con menos mordacidad y rencor.

Para el argentino, un "boludo" es un gilipollas, un atorrante, mientras que el cubano reserva el término "bolúo" para algo que tiene una punta roma, sin ninguna segunda intención en el uso del vocablo. Por último, es mencionable el criollismo "tarajayúo", por tarajayudo, de origen desconocido, que alude a alguien que está demasiado crecido para hacer o decir malcriadeces.

La alusión a "papayúa", aunque es estrictamente sexual, se reserva para calificar, en cuanto a dimensionalidad genital, a una mujer que hace las cosas impositivamente, a su manera y sin calcular riesgos. En el caso masculino, a diferencia del generalizado "güevón" centroamericano, los cubanos suelen decirle a un hombre que es holgazán y mantenido, que es un "güevúo". En el caso de los valientes y arriesgados, son simplemente "cojonúos", pero en el singular masculino hay otra reducción , pues en este caso el individuo es, también, un "cojonú" o un "pingú", aunque también a veces la mujer valiente es calificada de "pingúa".

La supresión de la "d" en estos casos del habla coloquial también se presenta en las terminaciones verbales en participio regular, "ada" e "ido", y el cubano suele decir que una mujer u hombre que son feos están "matá", "matao", y en plural "mata'os". Un objeto aplastado está "escacha'o" , el mismo término que se usa figurativamente en Cuba para definir a alguien que está pasando por una mala racha económica. Por el contrario, si el individuo tiene suerte, entonces está "reventa'o" , una buena muestra de habla "potótica", pues la propia definición es una contradicción.

Probablemente, y para mi criterio, con bastante certeza, la influencia es del habla andaluza, introducida naturalmente en Cuba durante la época colonial.

¿Satisfechos mis interpeladores? Creo que ahora entenderán mejor que lo de "rana pelúa" no es un disparate. !Alaba'o!.

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