lunes, 24 de agosto de 2009

JOVENES ABOGADOS SE REUNEN CON FIDEL CASTRO

Un grupo de jóvenes venezolanos, recién graduados de abogacía, tuvo el discutible privilegio en estos dias de reunirse con Fidel Castro en La Habana.

En el video que muestra la reunión entre el octogenario lider comunista y el grupo de jóvenes, es evidente que estos muchachos y muchachas no llegaron a esta reunión por decisión propia, sino porque el viejo dictador los escogió para uno de los shows mediáticos con los que logra su aspiración máxima y perenne: ocupar diariamente los cintillos de la prensa internacional.

Jóvenes e inexpertos, todavía simpatizantes del comunismo chavista en su natal venezuela, los bisoños abogados escuchan arrobados a un interlocutor que, allá por los años cuarenta, estrenó bufete, defendió solo a un cliente, perdió la causa ante los tribunales y cerró el bufete; esto sin pagar el alquiler, de la misma manera que en la Playa de Guanabo, al Este de La Habana, alquiló una casa en 1953, poco antes del asalto al Cuartel Moncada, y todavía debe el pago del alquiler de la misma.

No tomen ejemplo siquiera de la juventud estudiantil de este abogado de alcantarillas, que por violar derechos humanos no se amilanó en quitarle la vida una noche traicionera a Manolo Castro, en la cómplice oscuridad de una calle habanera.

No crean en su visión legal de los contratos, porque el mismo hombre que hizo carrera derrocando a un tirano, lo había visitado en su finca particular, Kukine, poco antes del golpe de estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1953, para proponerle, precisamente, dar el golpe, doblemente castrense, por militar y por castrista, y erigirse él en jefe del ejército de Cuba, mientras Batista ocupaba la presidencia. Dicho sea de paso que Fulgencio Batista le había regalado en 1947 a Fidel Castro la luna de miel en Miami por su boda con Mirtha Díaz-Balart, tras que el mismo Batista había bautizado a su hermano Raúl.

No fue otro que Fidel Castro quien un dia propuso a sus compañeros de partido, entre ellos el periodista, ya fallecido, José Pardo Llada, en ocasión de una entrevista que concertaron con el entonces presidente de Cuba, Ramón Grau San Martín, lanzar por un balcón del palacio presidencial al anciano mandatario y tomar el poder del país por la fuerza.

Este mismo abogado, -deben saberlo sus jóvenes interlocutores-, tras su fallido intento de asalto al Cuartel Moncada y su verborréica defensa, que acuño para la historia plagiando una frase de Hitler: "Condenadme, no importa, la historia me absolverá", fue indultado a los pocos meses de cumplir prisión en Cuba, porque el derecho constitucional estaba vigente, a pesar de que Cuba era a la sazón gobernada por un dictador, Fulgencio Batista y Zaldivar.

El abogado Fidel Castro, en cambio, no ha sido notable por perdonar a nadie, ni siquiera a los que fueron sus compañeros de Universidad o de armas. En cambio ha firmado decretos por encima de las leyes de la República y derogó la constitución cubana de 1940, una de las más avanzadas en su momento en Armérica Latina, para imponer la suya por la fuerza.

El viejo lider comunista que les habló a estos muchachos de soberanía, y que en un momento de desvarío les dijo "no somos libres, estamos ocupados, los principios de Bolivar y Martí están siendo mancillados", también vulneró la soberanía de Cuba cuando fraguó servil alianza con el comunismo soviético para convertir a Cuba en un estado totalitario y una frontera oportuna del marxismo-leninismo contra la democracia y la libertad.

Este senil abogado pudiera hablarle a los jóvenes que le visitaron de cómo se decretan fusilamientos sin apelación, como se eliminan de un plumazo los derechos fundamentales de un detenido, tales como el habeas corpus, y como se pueden legislar arbitrariamente mandatos, -que no leyes-, que condenan a cualquier ciudadano de Cuba por expresar ideas diferentes a las oficiales del gobierno comunista, por intentar salir o entrar a un nacional a su propio país; o simplemente porque se le acusa de conducta predelictiva, una aberrante concepción seudo-jurídica que condena a alguien por la presunción de que pudiera delinquir en cualquier momento, debido a su "peligrosidad."

No hay que dudar lo poco que puede instruir a la juventud el abogado Fidel Castro, sobre derechos ciudadanos, cuando por sus decretos expropió todos los negocios del país, hizo añicos su infraestructura y decidió a su antojo conculcar todos y cada uno de los derechos que supuestamente su revolución liberadora iba a restaurar y garantizar en una especie de paraíso que en realidad ha sido un absurdo infierno de deterioro y desmoralización absoluta.

Huelga comentar una por una las continuas violaciones de Fidel Castro y su camarilla comunista contra el pueblo de Cuba. Baste decir que las cárceles se han abarrotado de presos políticos, acusados, sin derecho a una defensa digna y profesional, de atentar contra el estado revolucionario, solo porque la persona tiene ideas diferentes a la cartilla comunista que Castro ha convertido en ley en 50 años de dictadura.

Si hay entre esos jóvenes latinoamericanos alguno o alguna que quiere especializarse en derecho constitucional, o en materia electoral, solo podría aprender de Castro la reducción del espacio democrático tradicional a la existencia de un sólo partido, el comunista, y un sólo postulado, él mismo.
Puede ese o esa jóven recién graduada, preguntar como se ejerce el derecho en un país como Cuba, donde durante muchos años la materia fue borrada y el ejercicio reducido a una caricatura en la que lo único que puede hacer un defensor de oficio por su cliente es pedir que le rebajen la condena acaso unos meses, pero bajo la increíble condición de reconocer el jurisconsulto, desde el inicio de la vista, que su defendido es absolutamente culpable de los hechos que se le imputan.

Como dato puedo contar que cuando fui juzgado en 1965 ante un tribunal en la cárcel del Morro, por el delito de sedición y deserción (Yo nunca fui soldado, sino que estaba preso en la UMAP, en los campos de concentración de Camagüey), el abogado militar de oficio que me "defendió", le dijo al tribunal que yo era culpable de esos cargos y se adelantaba a la fiscalía para pedir una pena para mi de 20 años, en vez de los 30 que correspondían a la calificación de mis "delitos."

¿Es esa la jurisprudencia que estos jóvenes van a aplicar en Venezuela, en Nicaragua, en Ecuador, en Paraguay? ¿Es la lección histórica de Fidel Castro la que ha de prevalecer en sus juicios para sostener un gobierno despótico por encima de la dignidad y los derechos de la ciudadanía de sus paises?

Fidel Castro los usó para posar para las cámaras y dar el mensaje de que ha mejorado su salud y que mentalmente está apto para seguir al frente, aunque no declaradamente, del andamiaje de represión, desgobierno y arbitrariedad a que tiene sometida a nuestra Patria, Cuba.

Fidel Castro podrá posar en su recalcitrante senectud para impresionar como si fuera un pitcher que vuelve a la lomita, pero sin brazos; nada le puede enseñar a esos jóvenes, que no sea mentira, vesanía y sobre todo, esa tremenda incapacidad para producir nada coherente, lógico y elogiable.

Ese abogado que hoy les aconseja, y les regala una de sus reflexiones barbarizantes, calzadas, por supuesto, con su firma, sigue anclado en las mieles de su gloria y si algo le queda, es la intención y el poder de barrer contra todo lo que vaya contra su ególatra apetito de poder.

El hombre que les dijo a esos estudiantes que "cualquiera puede ser cualquier cosa, incluso no ser un ladrón, no ser un sirvengüenza, pero no un revolucionario si no cree en el ser humano", es un mentiroso contumaz porque es el primero que ha podido demostrar en sus 50 años de dictadura que no le importa para nada ningún ser humano, como no sea como pieza y rehén de sus ambiciones y su ego, que por el contrario, ha demostrado ser un fracaso en todo, a pesar de su inmerecida fama cultivada por sus adoradores, y la evidencia mayor de ese fracaso es el panorama actual de Cuba.

Sólo una recomendación final a los jóvenes abogados: Vendan sus copias firmadas por Castro en Ebay, mientras que no las borre el viento del olvido, -que como decía el poeta Luis Cernuda-, "cuando solpla, mata." Hagan unos chavos con ese cachivache, más que reflexivo, laxativo, véndalos en caliente en Ebay, porque a ese abogaducho de pacotilla devenido en tirano y disfrazado de revolucionario en su terca invalidez, no le quedan más que heces fecales, en el cerebro y en la bolsita.

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