martes, 7 de julio de 2009

ARIAS, HONDURAS Y ZELAYA: ¿OTRA PAZ DE ESQUIPULAS PARA EL NOBEL?

En EEUU., la Secretaria de Estado de la administración Obama, Hillary Clinton, ha confrmado lo que ya se hablaba entre bambalinas en las últimas horas del conflicto político que vive Honduras, en el que hacen pulso las fuerzas emergentes del izquierdismo radical en latinoamérica contra la diplomacia de Estados Unidos: El presidente de Costa Rica, Oscar Arias, será el salomónico mediador entre el gobierno De Facto de Roberto Micheletti, ex jefe del parlamento hondureño, y el despuesto presidente Manuel Zelaya Rosales, desterrado manu militari en un golpe de estado que a través de los dias, y según quien lo mire, desdibuja o redibuja su sombra gorilesca por antonomasia.

Tanto el De Facto Micheletti, como el defenestrado Zelaya, aceptaron de hecho la mediación del egregio herediano Arias, premio Nobel de la Paz por el armisticio centroamericano de Esquipulas, y quien más recientemente dio una batalla sin cuartel en los litigios congresionales de su país, Costa Rica, para obtener un segundo mandato presidencial, del cual todavía está en ejercicio.

Es curioso que La Nación, el diario patriarcal de San José, Costa Rica, haya referido en breve nota la decisión estadounidense, aceptada por las partes, sin mencionar que el actual mandatario De Facto de Honduras, Roberto Micheletti, dijo en su mensaje para aceptar la mediación, que todo será discutido, lo que no implica que se aceptará el regreso de Manuel Zelaya al mandato presidencial hondureño: "El cometió delitos, tiene que pagar", enfatizó Micheletti.

En los entresijos de la manipulación mediática se trata siempre, por parte de la faena liberalisima de muchos redactores con agenda , de dejar entrever una expresión de un personaje significativo como una muestra de debilitamiento, y asi lo perciben en el caso de marras los incautos y los llamados "fellow travel", los amigos de viaje, frase que fuera acuñada hace muchos años por aquellos sombríos y calculadores hombres de la Comintern soviética.

Cuando el interinato posterior a la acción militar que dio al traste con Zelaya, -quien venía manejandose harto al desgaire con respecto a la constitucionalidad hondureña hace ya bastante tiempo-, expresó su deseo de enviar una comisión a Washington para exponer su punto de vista, muchos lo vieron como el debilitamiento de un grupo golpista acorralado.

Es curioso que a este proceso violento de restauración como último recurso, aunque plagado de errores por omisión y por comisión, lo hayan visto muchos, bajo la lupa del reporterismo de agenda, como algo tan indefendible, que ni siquiera la OEA, capitaneada por José Miguel Insulza, quiso en un principio dignarse a escuchar. Lo que anima ahora a la comisión hondureña es, precisamente, exponer sus puntos de vista ante una opción mediadora como la que se saca de la manga Estados Unidos para no parecer peligrosamente inclinado hacia la revoltosa izquierda chavistoide de nuestros tiempos, ni tampoco tan apegada a los viejos modos pretoriales del "úkase" en materia de quito y pongo.

Como mencioné en un artículo anterior, que me ha granjeado el odio africano de muchos que no han cesado de enviarme correos electrónicos con gruesos improperios, al decir del gracejo criollo cubano, "Timba cayó en la trampa", y Estados Unidos quedó por último sumido en el traspapelado oficio de servirle de correveidile a los nuevos "zurdos duros" de latinoamérica.

Ahora Oscar Arias, de apoteósico ego y ostentosa camisa roja a lo chavista, la que exhibió cuando compartió la conferencia de prensa de un Zelaya reciénllegado a la capital josefina en plena pijama, va a lo salomónico para buscar a lo mejor un segundo Nobel de la Paz, o más cercano aún , el gracioso reconocimiento de los matrafuleros del eje Habana-Caracas-Managua.

De hecho, al compás mediador de la administración Obama, esa pía comparsa de pedir perdones y desfacer entuertos, Arias abrió las puertas de la divina Tiquicia a la diplomacia agresiva de los hermanos Castro y ya está negociando con su regimen jugosos y nada prácticos acuerdos comerciales (dicho esto por la deuda de un millón y medio de dólares que por años tiene el gobierno cubano con la procesadora Punto Rojo, de Costa Rica). Además, el presidente costarricense no ha ocultado su admiración por Hugo Chávez, al que en más de una ocasión ha mencionado como "el presidente más generoso de toda las Américas, mucho más incluso que los Estados Unidos."

¿Qué se cocina en la hacienda de Arias? Probablemente un pacto de caballeros, para lograr la inmunidad de Manuel Zelaya en relación con sus pecados y devaneos presidenciales. Un regreso sin regreso, y de ñapa un adelanto, -como se ha previsto-, de las elecciones generales de Honduras. Una salida elegante para el hombre del sombrerón y su primera dama, que dicho sea de paso, en realidad estuvo escondida casi todo el tiempo en la embajada de Estados Unidos en Honduras.

Algunos piensan que todo eso le quita protagonismo a Chávez, pero como siempre, una cosa piensa el borracho y otra muy diferente el bodeguero. En el doble discurso de esta administración estadounidense nada queda claro, salvo el hecho de que siguen regalandole el lechón al que les muestre el machete. Será interesante ver como Arias maneja la situación hondureña, una papa caliente que al inquilino de la Casa Blanca le ha dado pesadillas en estos dias.

Hace poco más de un año, entrevistando a Arias en el Banco Interamericano de Desarrollo, de pronto el ego herediano del prócer me cortó con el filo de una incomodidad: "Y a usted, ¿Por qué le importa tanto mi persona y Costa Rica, con respecto al gobierno de Cuba?" Siguiéndole la cuerda insolente, le riposté: "Porque soy cubano, mi patria por naturalización es Costa Rica, y voté por usted. " Enojadísimo, se levantó y me dio la espalda alejándose a toda prisa sin una palabra más.

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