
El compañero cónsul de Cuba en Barcelona fue fotografiado cuando usaba una camarita digital para fichar a los participantes en una manifestación por la libertad de Cuba. El viejito Carlos Castillo Calaña aparece en la imagen, fruncido el ceño, tratando de enfocar , como foca vieja que es, a sus adversarios en plena protesta.
Con segundo y equívoco apellido, la mala calaña que es Carlos Castillo trató de fichar a sus enemigos acérrimos, por puro hábito represivo, soñando en que algún dia cualquier viajero desprevenido que llegue a Labana sea confrontado por el acerado rostro del seguroso acere de turno: "Mírese aqui, en un acto contrarrevolucionario en el Bar de Selona, donde lo fotografió el camarada Alimaña. Usté no puede entrar a Cuba, por gusano, pero antes que se vaya le tengo que decomisar la pasta de diente que trae."
Falta por ver si el cónsul Maraña supo hacer funcionar la camarita, o si el compañero encargado de llevar la tarjetica para Labana no se le ocurrió añadirle unas fotos porno copiadas de una revista y terminó por borrarlas todas.
El problema va a ser cuando el compañero cónsul decida re-interpretar su partitura de vals como guaracha y opte, arrepentido, por pasarse al bando de los que el fotografió mientras protestaban. Como en el caso del pintor Velázquez y sus Meninas, el cónsul Lagaña habrá logrado algo diferente, retratar al que lo retrata, una manera enciclopédica de comer mierda dándoselas de seguroso.
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