miércoles, 22 de abril de 2009

EL DIALOGO A PIQUE, EL TIMONEL SE ALEJA DEL PERFIDO OBAMA.

Las últimas "Reflexiones del compañero Fidel" ponen remo a las antípodas.

Adrián Meshad

Resulta interesante, a la luz de los últimos acontecimintos y reacciones tras la celebración, en Trinidad y Tobago, de la Quinta Cumbre de las Américas, donde la intención aperturista de la nueva administración presidencial estadounidense, encabezada por Barack Obama ha mantenido a muchos en vilo sobre un posible cambio en el tono y contenido del tradicional difrendo entre Washington y el gobierno de Cuba, a partir de declaraciones de ambos bandos que así lo sugerían fuertemente.

Otras personas, en cambio, con bastante antelación a la celebración de esta reunión cumbre y, sobre todo, desde las manifestaciones del propio Barack Obama en la campaña electoral que lo llevó al poder, estaban cuestionando con idéntica inquietud, cuál iba a ser la manera en que el régimen comunista de la isla iba a proceder para cortar de cuajo cualquier posibilidad de diálog en lo que se ha dado en llamar, por los jerarcas comunistas, naturalmente, la batalla entre David y Goliath, un recurso propagandístico basado en el trasfondo de la leyenda bíblica que ha sido hasta ahora muy efectivo en la percepción emocional del litigio por parte de naciones, instituiones e individuos alrededor del mundo.

Percibidos como nación agredida para sostener una visión política que sobrepone a las verdaderas necesidades de toda índole que experiemnta el pueblo de Cuba, es claro que los jerarcas no puedan ceder a cambios que constituirían, de hecho, la liquidación de su poder a mediano, quizás a corto plazo.

Los que siguieron con avidez la fórmula de acercamiento ensayada por el presidente Obama hacia latinoamérica, y especialmente hacia los regímenes que a diario denostan del sistema democrático estadounidense en favor de implantar el socialismo a sus pueblos, pensaron con ingenuidad que el reto democrático planteado por el mandatario norteamericano como condición al diálogo pleno iba a sobrepasar las reticencias del sistema comunista cubano, en aras de la salvación económica del regimen y el establecimiento, quizás, de un sistema dual al estilo chino, de economía capitalista e ideología marxista a la vez.

Previamente a esta avanzada de Estados Unidos en pos de una solución dialogada y respetuosa al viejo diferendo, una tendencia a interpretar el retiro de Fidel Castro del poder, cedido en forma dinástica a su hermano Raúl. auguraba cambios que cada cual interpetraba como perceptibles en cada medida implantada en el país por el nuevo timonel del régimen.

Amén del hecho que Castro, si bien renunció a su ejercicio como Jefe de Estado y Comandante en Jefe de las fuerzas armadas, conservó para sí la poderosa posición se secretario general del Partido Comunista, la fuerza verdaderamente directora del país, la aparición de una nueva herramienta de control oblícuo del poder, las lamadas "Reflexiones del Comandante en Jefe", artículos escritos al pie del acontecer nacional e internacional para indoctrinar constantemente sobre su propia y omnímoda versión sobre todas las cosas, desde la política hasta el béisbol, pasando por cuanto tema sirviera para re-definir oportunamente cualquier medida tomada por su hermano que fuera a cambiar, aunque ligenramente de rumbo, el poder comunista en la isla, que naturalmente, la mayor parte de las veces es definido bajo los eufemismos de "nave", para identificar todo el proceso "revolucionario" y "timonel" para el que lleva el control absoluto de su curso a toda hora.

Ahora que las reacciones, vertidas en esas reflexiones, hacen claro que el timoniel se aleja más y más del enorme peligro de sucumbir a una intensa relación con su némesis, "el imperialismo yanki", los esperanzados ya no baten palmas por la consumación inminente del diálogo prometedor, a la vez que los recelosos van hallando las respuestas a sus inquietures, basándose en la experiencia históricas, en las que todos los intentos, desde la administración Carter hasta la de Clinton, de siquiera suavizar el embargo a Cuba, fueron respondidos con decisiones drásticas, y naturalemnte criminales, por parte del régimen de La Habana.

Lo que queda es un resultado que constituye, al menos, un costo político para David frente a Goliath, rechaza la rama de olivo de un presidente que, precisamente se ha empeñado en cambiar el tono y la actitud tradicional de Estados Unidos con respecto a las demás naciones, incluyendo a sus más acérrimos enemigos.

Desde ahora se ve que la vieja perfidia del tirano disfrazado de David es maniobrar cuanto pueda con su lastimad remo para alejarse de las aguas que lo amenazan. La reacción de la jefa de la diplomacia norteamericana, Hillary Clinton, es la natural tras las declaraciones del Comandante en Jefe, quien ha provocado hasta la saciedad esa respuesta: "Creo que es un r!gimen que está finalizando. Algún dia terminará y sabremos esperarlo..."

Aún cuando Castro sigue esgrimiendo la autodeterminación y soberanía de Cuba como factores inalienables de todo diálogo, lo que significa la permanencia del status quo para el gobierno y la población cubana, su defensa de un arancel para las remesas de ayuda a las familias cubanas y su ostensible negativa a conceder la más mínima libertad individual a los cubanos, son las malas costuras que revelan lo mal tejido que está su disfraz.

Lo que no es negociable para el anciano dictador es el poder hasta sus últimas consecuencias. Sabe que su muerte física esta cercana, pero todavía a su ego lo enamora su vedetismo tradicional y la influencia que ha ejercido, y ejerce, sobre los fascinados líderes del re-inventado socialismo del siglo XXI, que usan su patronazgo como muleta para compensar sus pobres personalidades. Para ellos Fidel Castro es una especie de Maquiavelo vivo que les ayuda a encontrar cada dia los trucos para sortear cada nueva amenaza de catástrofe.

Mientras posan para la postalita con el yaciente e inconexo parrafero que dispara sus adefesios de reflexiones como balas envenenadas, con amargura ahora ven también que el comandante les aleja la tierra prometida de los malos gobernantes, los apreciados empréstitos yankis y su tradicional miopía para distinguir quién es quién entre sus amigos y enemigos. En fin, como me decía un político costarricense alguna vez: "Los yankis son hijos de puta"; y a mi reclamo de si lo son, por qué dependen tanto de su dinero. "Ah, porque también son comemierdas", me respondió.

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