miércoles, 13 de mayo de 2009

EN LA "PARRILA" : DE LA DIALECTICA A LA SOFISTICA.

El canciller del régimen comunista de Cuba, Bruno Rodríguez (Parrilla), recién le ha dicho categóricamente al Ministro de Relaciones Exteriores Checo, que "En Cuba no hay presos políticos." La afirmación le ha dado la vuelta al mundo, como si fuera aquel vuelco de 360 grados que decía la periodista española sobre la situación en Cuba: Volver a 0 grados, al mismo punto de siempre.

La negación de la existencia de presos políticos en Cuba no es nueva...porque es una posición oficial, un juego dialéctico, o mejor, un sofisma, que "Parrilla" cocina de nuevo, con la vieja receta, al estilo de "Los muertos que vos nombrais, gozan de buena salud". El tema incluido en la cartilla del buen comunista es: "Lo que hay es presos por atentar contra la seguridad del Estado Socialista." Esta frase tiene muchas variantes, pero un solo significado: Para el régimen comunista sólo hay presos comunes, que "fueron juzgados en su momento bajo tipificaciones delictivas pre-establecidas."

Vale mencionar, a tenor del sofisma de Parrilla, que en Cuba existe una tipificación delictiva con implicaciones futuras; esto es, la condición pre-delicitva, un engendro jurídico según el cual una persona puede ser detenida, y condenada, bajo la presunción de "va a delinquir", -esto se conoce popularmente como "peligrosidad"-, y se basa. única y exclusivamente, en la oportunidad del estado de sacar a esa persona de la vida pública.

Definitivamente, el preso político cubano es transformado, por arte de birlibirloque comunista, en un "delincuente común" que ha sido penado por querer subvertir el "estado socialista", la "Patria", "el orden establecido", "la estabilidad nacional", etc., etc., etc.

Para el resto democrático del mundo existe, sin embargo, una fuerte implicación ética, de principios fundamentales, en el hecho de que una persona sea abusivamente detenida, juzgada y condenada, solo por tener una opinión diferente, y expresarla públicamente, sobre el orden político o el gobierno que gobierna su país.

En la democracia, el ejercicio del sufragio y el derecho de opinión pública contrarrestan la posibilidad del presidio político, de ahí que para conquistar dialécticamente la potencialmente confusa opinión pública extranjera, se añada constantermente en la Cuba actual, al expediente político real, circunstancias y factores que impliquen conspiración y violencia para cambiar el status político.

En el manual propagandístico de la izquierda no democrática, esas implicaciones sustraen del léxico jurídico de los países libres aquellos conceptos que, por puro ejercicio sofístico, convierten la condición política del preso en una de "conspirador terrorista", término este que se aplica constantemente. tanto en la edición comunista cubana, como en sus versiones venezolana, nicaragüense y boliviana, por ejemplo, al propio hecho de la libertad de expresión, convirtiendo la opinión pública adversa al imperio comunista en "terrorismo mediático.", lo que significa, para los medios de prensa, la simple cobertura objetiva, no oficialista, de los acontecimientos nacionales. En este talante, la cadena mediática Globovisión, de Venezuela, ha sido recientemente acusada por el presidente Hugo Chávez de "terrorista" por su posición independiente al gobierno.

Los periodistas independientes cubanos, presos en el proceso conocido cmo "La Primavera Negra", en el 2003, no aparecen en la cuenta de Parrilla como presos políticos porque sus presuntos delitos son, para la nomenclatura oficial cubana, de índole común pre-establecida: por ejemplo, el "mercenarismo", al alegadamente aceptar pagos de una nación enemiga (el Imperialismo) para contribuir a la destrucción (violenta) del Estado Socialista. Parrilla sigue al pie de la letra el ejemplo clásico griego: "Sócrates es mortal; un gato es mortal; luego, Sócrates es un gato."

La fabricación sistemática de nuevas definiciones para delitos que no lo son va aparejada en Cuba de un eficaz uso propagandístico que encubre la verdadera naturaleza de las cosas. En la década de los sesenta, para restar importancia a un proceso conspirativo de gran envergadura que implicaba a un grupo de viejos militantes del Partido Socialista Popular, reagrupados en el Partido Unido de la Revolución Socialista Cubana (PURSC), Fidel Castro sacó de la manga una definición aplastante, al calificar al movimiento de Anibal Escalante Dellundé y sus seguidores, fuertes aliados de la Unión Soviética en el intento de sacar del poder al propio Castro, como un movimiento "Microfraccionario", de lo que quedó el mote de "Microfracción" para juzgar históricamente a un peligroso proceso de desestabilización del régimen cubano bajo los dictados de la poderosa Comintern del Kremlin.

La razón por la cual Parrilla desdice hoy la implícita aceptación del propio Raúl Castro en Caracas, cuando se celebraba en Trinidad-Tobago la Cumbre de las Américas, de que "Cuba puede hablar de todo con el gobierno de Barack Obama: Derechos humanos, presos políticos, todo.", hace claro que el ideólogo en jefe, todavía Secretario General del Partido Comunista de Cuba, no está dispuesto en lo absoluto a negociar su última carta al pie de la tumba, la posteridad ad infinitum de su rol de líder mundial. No hay presos políticos en Cuba, ni Cuba regresa a la OEA, ni se negocia la represión, ni se produce un nuevo modelo de dualidad económica-política en Cuba al estilo chino o vietnamita, porque el moribundo cabecilla no está dispuesto a arriesgar un ápice de su intransigente fama de líder de línea dura, de la misma manera que nunca ha soportado perder un juego de pelota o que se le queme un plátano frito.

Cuba sigue pagando, incluída la nomenclatura de su régimen, por la caprichosa incapacidad del ego de su comandante en jefe para rectificar ni siquiera una de las tantas notas desafinadas de su farragosa carrera de lider. Desde su madriguera de enfermo terminal, aún con su controvertida lucidez de aguafiestas, sigue dictando la cartilla a sus súbidtos con letras de plomo fundidas en su obsoleto linotipo.

¿Podrá el sistema gubernamental cubano en su frágil temporalidad post-castrista, repetir como loro asustado, que "en Cuba, bajo el comnismo, no hubo presos políticos"? ; o Bruno González Parrilla, si sobrevive a esa hecatombe diaria de defenestrados, tendrá que decir que "Donde dijo "dijo", quiso decir "Diego"? Hasta el momento, Bruno, tú solo eres el alumno de tu Protágoras, tienes que pagarle, pierdas o ganes.

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